Viajar a Medellín es una invitación a disfrutar de su cultura, su diversidad y su hospitalidad. Sin embargo, quienes llegan también asumen un papel clave: practicar un turismo responsable y sostenible, que valore el territorio y proteja a las personas que lo habitan.
El Poblado, como epicentro turístico de la ciudad, recibe a miles de visitantes cada mes. Solo en 2024, Medellín recibió más de 1,8 millones de turistas, más de la mitad extranjeros, muchos de ellos jóvenes que eligen este barrio por su vida nocturna, su gastronomía y su oferta cultural. Este flujo constante de viajeros genera grandes beneficios económicos, pero también importantes retos: más residuos sólidos, un mayor consumo de agua y energía, congestión vehicular y presión sobre los espacios públicos.
¿Cómo practicar un turismo responsable?
El turismo responsable propone soluciones sencillas y prácticas que cada visitante puede aplicar:
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- Separar residuos y reducir plásticos de un solo uso, usando termos y bolsas reutilizables.
- Ahorrar agua y energía, apagando las luces y desconectando aparatos al salir de la habitación.
- Moverse de forma sostenible, caminando, usando bicicleta o aprovechando el Metro y buses integrados.
- Consumir localmente, apoyando a pequeños restaurantes, cafés, artesanos y colectivos culturales que son el alma de la economía barrial.
La sostenibilidad, sin embargo, no es solo ambiental. También es ética y social. Medellín promueve un turismo que defiende la dignidad humana y rechaza cualquier forma de explotación sexual de niñas, niños y adolescentes. Cuidar a la niñez es cuidar el futuro de la ciudad. Por eso, ante cualquier situación sospechosa, se invita a usar las líneas oficiales de denuncia: 123 (emergencias), 141 (ICBF) o la plataforma digital teprotejo.org.
Este compromiso colectivo fortalece la identidad de Medellín como ciudad innovadora, resiliente y solidaria. Viajar con responsabilidad no significa disfrutar menos, significa hacerlo mejor: con respeto por la naturaleza, con amor por la diversidad y con la certeza de que cada decisión ayuda a mantener vivo el ADN histórico, cultural y humano de la ciudad.


